Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Hatillo, Conmemorando 61 años de su fundación

Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Hatillo

Conmemorando 61 años de su fundación

Por: Luis Alberto Almirón Vargas

Los aniversarios son motivo de mucha alegría y celebración, son también una valiosa oportunidad para hacer un alto en el camino, para agradecer por los años andados, para cosechar las experiencias vividas y para proyectar mejores cosas hacia el futuro. Sesenta y un años de vida parroquial no se pesan tan fácilmente, porque es la vida de muchos hombres y mujeres, sacerdotes, religiosos y religiosas que han aportado su granito de arena durante todo este tiempo que lleva nuestra querida parroquia Sagrado Corazón de Jesús de hacer camino de fe en Hatillo, de conformar comunidad y de anunciar la Buena Nueva de Jesucristo.

Este desarrollo eclesiástico y pastoral ha ido de la mano con el creciente poblamiento del lugar que ha traído consigo muchas oportunidades; escuelas, colegios, centros de salud, comercio, etc…, pero también atisbos de nuevas problemáticas sociales que dimanan de la configuración de una realidad mucho más compleja que la de hace más de diez lustros atrás y que requiere, hoy más que nunca, el trabajo en conjunto de todos y cada uno de los grupos, comunidades y ministerios pastorales, para sacar adelante la faena que nos ha encomendado el Señor.

Por lo anterior, es sumamente grato escuchar las experiencias de personas que han perseverado por décadas en el servicio a la Iglesia y a la comunidad, y que dan testimonio, no sólo con su palabra sino con sus acciones y compromiso, de todo lo bueno que ha sido el Señor con esta hermosa tierra hatillense, y de cómo la parroquia ha sido un espacio de referencia significativa durante todos estos años. Hubiésemos querido poder conversar y trasmitir a ustedes las vivencias de una gran cantidad de hermanos y hermanas que sabemos han estado vinculadas por mucho tiempo al quehacer de la parroquia, y no dudaríamos en hacerlo, pero por circunstancias de este espacio de comunicación, presentaremos lo que nos comparten tres de ellos.

 

Don Marco Antonio Castro empezó su vida en parroquia en 1987, por medio de una Jornada de Vida Cristiana que lo marcó para siempre. Su experiencia con Dios hizo que su familia también lo acompañara en este proceso de formación y servicio, y esto es algo que para él ha sido una bendición y siempre se lo agradece al Señor. Nos cuenta que durante todo este tiempo ha vivido una transformación interior profunda, que lo ha llevado a comprender lo que significa ser discípulo de Cristo, pese a las múltiples adversidades que se le han presentado, entre ellas la muerte de su hija mayor Johanna hace once años. Su compromiso cristiano se ha plasmado prioritariamente en el servicio desinteresado a los demás y piensa que todos los que participamos, de una u otra forma en la vida parroquial, estamos llamados a servir, así como lo hizo Jesús.

Su trayectoria dentro de la parroquia le ha permitido estar en varios cargos importantes, entre ellos la coordinación del grupo de Jornadas y ser parte del Consejo de Pastoral durante quince años. Ha tenido una amistad profunda con varios de los presbíteros que han estado al frente de la parroquia, pero eso no ha condicionado su compromiso con la Iglesia. Su ímpetu cristiano le ha llevado a estar buscando colaboración de toda índole para la parroquia, entre ellas las ayudas económicas que han sido importantes para el desarrollo en infraestructura del templo; él mira esto como fruto de saberse parte de esta Iglesia local y sentirla como su familia. Se ha sentido siempre querido y acompañado por muchas personas que han perseverado y que han sido referencia para él. Si pudiera resumir en una frase su experiencia parroquial sería: “Yo amo a mi parroquia”.

Gracias Marquitos por tu compromiso y testimonio de vida.

 

Don Pablo Ruíz Bonilla es oriundo de Hatillo 6 y nos cuenta que su experiencia parroquial inició a sus diez y nueve años con la llegada de San Juan Pablo II a nuestras tierras. Su curiosidad por el grupo de jóvenes que participaban de este hecho lo llevó a conocer la parroquia, especialmente porque había una muchacha que le llamaba la atención (hoy su esposa). Sus pininos fueron marcados por la Renovación Carismática Católica desde donde se fue formando en la doctrina de la fe y el servicio desinteresado en donde se le necesitase.

El nos comparte que la parroquia ha sido un espacio de puertas abiertas y de brazos extendidos para acoger a las personas. La formación ha sido muy importante porque es indispensable que los cristianos conozcan sobre la Fe que profesan y que sepan comprometerse con los pies bien puestos sobre la tierra. Su trayectoria en parroquia le ha permitido apreciar el desarrollo que ha tenido la parroquia en múltiples aspectos y cómo cada equipo presbiteral que llega a estar al frente imprime aspectos importantes a la vida de Iglesia. Así mismo comenta que el seguimiento de Jesús no está libre de pruebas y desafíos a nivel personal, familiar y eclesial; por ello recomienda estar siempre de la mano del Señor, no dejar de orar y de estar en disposición humilde para lo que se necesite.

Actualmente Pablo es el coordinador de los Ministros Extraordinarios de la Eucaristía y continúa perseverando en el grupo de la Renovación. Su noble aporte en la visita a los enfermos le ha devuelto mucha gratificación a su vida y un aprecio invaluable de la experiencia de ser portador de Jesús Eucaristía para sus hermanos, porque descubre el amor y la gratitud con el que las personas lo reciben. Reconoce que ha vivido un gran aprendizaje que es importante trasmitirlo a las nuevas generaciones, y que el principal catalizador es el testimonio de vida. Para él, la experiencia de estas décadas en el servicio parroquial se puede resumir en la siguiente frase: “La vida de la parroquia ha sido una esperanza”. Muchas gracias Pablito por tu testimonio y servicio desinteresado.

 

Miguel Loría Rojas ha servido en parroquia por quince años y esto lo llena de mucha satisfacción. Nunca se imaginó que estaría perseverando por tanto tiempo y para él este espacio es como si estuviera en familia. Considera que los elementos que más le han ayudado a continuar trabajando para la Iglesia han sido: tiempo, disposición y deseos de servir.

Su primer encuentro como catequista marcó su vida porque le permitió ir descubriendo de qué manera y dónde servir al Señor y a sus hermanos. A partir de allí ha venido acompañando los procesos catequéticos a tal punto de que, en la actualidad, no sólo acompaña la catequesis de confirmación y la de adultos (CICA), sino que forma parte del grupo de formadores para catequistas parroquial y a nivel vicarial.

El resalta como importante el apoyo y la confianza de los sacerdotes a los procesos que él acompaña y la clave para crecer en estos espacios es la humildad y la perseverancia. Así mismo hace un llamado a los jóvenes para que se comprometan y hagan historia en el servicio parroquial; que no se queden al margen, sino que participen y perseveren. Y a los servidores que no descuiden el proceso de los jóvenes porque eso asegura el futuro de la parroquia. Para Miguel la frase que engloba este caminar durante todos estos años es: “una experiencia enriquecedora e interesante que se ancla en todo lo recibido”. Gracias Miguel por tu testimonio y servicio parroquial.

 

Aunado a todo lo anterior se podrían decir muchas cosas y hacer anécdota de hechos marcantes de la vida parroquial. Además, se lograrían tejer historias paralelas al desarrollo de la comunidad de Hatillo a tenor de los testimonios de vida de un centenar de personas que han estado y otras que ya no, por diversas circunstancias o porque ya gozan de la eternidad. Lo importante es que no se pierda de vista cuál es el ser y quehacer de la parroquia para que siga siendo referencia de vida y de fe para la comunidad. En ese sentido tomamos las palabras del padre Carlos Alfaro, párroco en el 2008, que refiere en la presentación de la “Reseña Histórica” de la parroquia para el cincuenta aniversario de su fundación: “La labor de la Iglesia, en el servicio pastoral que brinda una parroquia, es la de convocar, acompañar y animar a personas, grupos, instituciones y otros actores sociales en el objetivo común de integrar la comunidad en un ambiente donde se viva en la fe y se ofrezcan las condiciones de vida más humanas”.